domingo, 12 de julio de 2009

Mejor semanas de cuatro días

Odio los domingos. Me da exactamente igual que sean de julio que de enero: son un puñetero aburrimiento. Todo está cerrado y aunque los días normales no sientas el instinto de salir a comprar y agradezcas quedarte en casa tranquila, con el ventilador de frente, resulta que llega el domingo y te entran ganas de sentar la cabeza, comer sano e ir a una frutería a por una sandía, por ejemplo. O se te atonja hacerte la cera, o lavar el coche, o ir a ese bar que sólo cierra el domingo y al que no vas últimamente o, simplemente, piensas que te tienes que cabrear con algo y qué mejor que con un domingo que, total, no se puede defender.

Los martes tampoco son mi día, lo acabo de decidir. Y eso que nací uno. O quizás por eso mismo no me gustan. Los martes me parecen otro fastidio: tienes que trabajar, estás cansada del lunes y encima te quedan otros tres días por delante para que llegue el fin de semana. Total, que si quitas el domingo que, como hoy, odio a la humanidad; el martes, que detesto la puta obligación de trabajar, y los lunes, por motivos evidentes, me quedo con que mi semana para ser potencialmente feliz se me reduce a cuatro días. Muy pocas oportunidades, oye.

Lo peor es cuando has pasado una semana de pena. Llega el domingo y en vez de decir "Ea, al carajo esta semana, la siguiente será mejor", te dices: "Coño, como va a ser ésta si la pasada la acabé animada y el domingo por la noche pensé meter la cabeza en el váter...".

Y si pudiera existir algo que peor que un domingo es un domingo de resaca. Ése ya te condena a no disfrutar de nada de los cuatro días de posible felicidad porque te arrastras como una culebrilla de día en día. No es justo. Los sábados son para el disfrute, el despiporre y el alcohol sin medida. Bien es verdad que he de reconocer que ayer no salí. Así estoy que-me-subo-por-las-paredes.

Cuando sí lo hice fue el viernes, cuando decidí empezar este blog. Me viene arriba. Tiré la casa por la ventana: me bebí los cubatas con Coca-Cola. Me olvidé de mi taquicardia. A la mierda mi teoría de lo malas que son las cocas con alcohol. Se me fue. En cualquier caso, cuando me despertara aún sería sábado...

En lo que no caí es que había quedado con mis hermanas para comer. Después de que le regalara a una de ellas unas bolas chinas sabía que con ese presente perdería mi crédito -el poco que me quedaba- como hermana mayor y respetada. Pero lo de ayer no tuvo nombre. Ya no tienen ética ni estética para contarme sus triunfos amatorios. Me vine abajo de nuevo, normal. A eso le sumas la resaca, las ojeras, el mal color y un poco o nada cuidado estilismo, y el resultado fue la sonora la carcajada de ambas jovenzuelas cuando les aseguré casi entre lágrimas que pierdo atractivo para el género masculino al mismo ritmo que neuronas.

Aquí estoy, pues, cagándome en todo lo cagable y recordando que mañana es lunes, que ayer no salí, que mi hígado clama venganza y que a este paso mis hermanas me tomarán como una desgraciada indigna de regalar juguetitos sexuales. Eso sí, tengo por delante una semana con cuatro días que promete ser la antesala de otro domingo de mierda. Al menos, tengo el ventilador de frente y sandía en la nevera. Menos me da un martes.

2 comentarios:

  1. Querida amante, efectivamente el domingo es un día de mierda. Mañana trabajo y mi semana tiene 6 días... Javi se ha ido, éstos se van a la playa y nosotras nos quedamos pasando calor, he perdido la agenda del móvil... en fin, un verdadero asco, sí señor! pero eso sí, yo me dispongo a afrontar estos seis días con la firme intención de que castiguemos nuestros hígados juntas algún/os día/s... que las penas con ron son menos, o era pan? ;) Un gran blog, sí señorrr! ay, mi tímida!!

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  2. A ver, discípula plumilla. buen blog. Ya era hora de que la blogosfera conociese las experiencias de una Bridget Jones cabreada. Se intuye en tu blog lo que deben ser las dos líneas maestras de nuestro oficio, aunque algunos las olviden: sé honesta...y despiadada. Suerte y dale cariño, te recompensará.
    Un maestro.

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