jueves, 23 de julio de 2009

Resaca de trascendencia

Hay que coger los toros por los cuernos. Echarle valor al asunto y afrontar que la determinación, la resolución, es la mejor manera de sacar afuera al osado que tenemos dentro. Una derrota solo tiene que ser el impulso para emprender una nueva batalla. Siempre he pensado que la vida es de los valientes.

Hay un poema de José María Fonollosa, al que he retomado de nuevo hace unos días gracias a su Ciudad del hombre: Barcelona. También tiene una Ciudad del hombre: New York, que se pasea por mi casa desde hace unos años. En este libro, muy difícil de conseguir, demoledor en sus planteamientos por lo descarnado de sus imágenes y muy real precisamente por eso, está ese poema que me viene a la mente una y otra vez. Se llama Avenue of Americas. Lo copio y lo pego:


Podemos elegir entre estar juntos
y hacernos mutuamente desgraciados.

O separarnos ahora
y ser también cada uno por su lado desgraciados.


Últimamente tengo muchas conversaciones trascendentales. A todo el mundo le está dando por hacer balance de vida y la resulta de tantas charlas es que la mayoría no está muy conforme con su existencia. Ayer fue la despedida de Ángela del periódico (a este paso mi hermana no va a ser la única que piense que estamos liadas) y me dio por pensar cuán necesario es tener a alguien al lado para ser desgraciado en compañía. Así, acompañado, las desgracias se convierten en anécdotas que pasan mejor. Y más si es con un cubata en la mano: la das un buche y ahogas la emoción que puede trabarte la voz en un momento dado. Así tengo hoy la cabeza como la tengo.


Nos cogimos una buena. Nos cambiaron las canciones de la máquina del Matakas (la Tatuajes se la está jugando) y no desayunamos churrros, pero nos hartamos de reír. Lo que sí hubo un brindis que no quise seguir: ni Dublín, ni Londres ni ninguno de esos destinos son ahora una opción. Ahora toca elegir quedarnos y pasar por el mal trago. Huir es de cobardes, esposa. Barcelona nos espera. En agosto cerramos por vacaciones y septiembre será nuestro mes. Sé, lo presiento, que la felicidad está a la vuelta de una esquina (y no quiero decir que nos metamos a putas, de momento). Ofú qué mal me sienta la resaca a la trascendencia.

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