domingo, 23 de agosto de 2009

Famiglia

Definitivamente, una vale más por lo que calla que por lo que dice. La autocensura es lo que tiene. Muchas imágenes me vienen a la mente pero tengo que poner freno a lo que me gustaría escribir. La familia es la familia.

Hoy he tenido cumpleaños infantil. Mi prima cumple ocho años. Parece que fue ayer cuando le regalé el Predictor a mi tía después de insistirle para que tuviera un bebé, cuando Amanda nació y yo daba la matraca con ser su madrina. Podría detenerme, como digo, en muchos momentos que se dan inevitablemente en este tipo de eventos familiares. Podría empezar por lo inevitable: el horroroso calor de las seis de la tarde un 22 de agosto y por lo que remata a lo ineludible de la fiesta, no había aire acondicionado en el salón. La bofetada cálida de la entrada fue para morir.

Para continuar podría hacer referencia a lo que hacemos todos después de llegar de los últimos a este tipo de cita. La sutil limpieza de mejillas tras ser besado por los otros 20 invitados. Este punto debe hacerse lo más discretamente posible, que uno pilla la fama de áspero y luego no hay quien la suelte.

También podría recordar la técnica de la serpiente escurridiza o cómo huir de ese familiar pesado que todo el mundo tiene. El que te pone la cabeza como un tambor. Cuando eliges el sitio tienes que tener mucho ojo porque si no lo tienes, te dan la fiesta. Eso enlaza con otra evocación de estos eventos: la búsqueda del mejor rincón -y más apartado- para pasar el trance... en el caso de ayer era el dormitorio de la homenajeada, donde estuve un rato abriéndole todas las cajas de los regalos, o la salita, que estaba copada por uno de esos familiares pesados (tita, sí, me refiero a él).

Lo mejor que podría hacer es contar las (malas) ideas que han pasado por mi cabeza en el momento pero, reitero, voy a ponerme freno. Una cosa es que esto me sirva de desahogo y cuente -con gracia e ironía- mis miserias públicas y otra que lo utilice de escaparate para esa clase de desventuras que todos queremos que pasen desapercibidas (sí, tita, hay cosas que camuflo).

Llamadme asocial. No me integro, cierto. Soy una siesa, también. Quien sea capaz de estar entregada a la causa, que tire la primera piedra, porque estar sociable un 22 de agosto a las seis de la tarde merece un premio, aunque sea en forma de copazo.

Nota: Esta entrada, que creo que es la que más me ha costado escribir, está dedicada a la madre de la cumpleañera, a la sazón mi tía, que hasta ahora era lectora del blog. Un besito.

1 comentario:

  1. Era, y lo seguiré siendo. Como te dije, me encanta... Estoy enganchada a él.

    ¡Y... sí, la verdad es que te entiendo perfectamente, te mereces un premiazo. Tú y todos/as los/as demás (incluídos la madre y el padre de la cumpleañeras, que acabamos de terminar de recoger todo)!

    Ganas tengo que la niña cumpla ya los 15 y lo celebre con sus coleguillas en cualquier Mc'Donals.

    Muchos besos de tu tía que te quiere mucho, aunque seas una "siesa".

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