miércoles, 12 de agosto de 2009

Volveré a adelantar

Si Mahoma se va de la montaña, allá que voy yo a darle por saco. Llevo muchos kilómetros hechos estos días, tantos, que me duele la rodilla de acelerar en mi bólido. Me río yo de los que se van a Turquía, Rumania, Nueva York o la Conchinchina. El aburrimiento. Si la gente huye de Sevilla, yo voy detrás para recordarles que el calor les espera a su vuelta. Vuelos internacionales no he hecho, eso sí, pero la red de carreteras andaluzas me la sé de cabo a rabo. Llegué a Chipiona-ese-mundo-aparte, vuelvo de Isla Cristina y pasaré por Málaga. ¿Alguien da más?

Tanta A-49 para arriba, tanta AP-4 para abajo da mucho tiempo para pensar. Lo primero y más terrorífico: no me gusta adelantar a coches más grandes que yo. Me encorajina. Mi cucaracha gris es un 800 (sí, no me hace gracia) y aunque es muy digno que adelante a un Mercedes no es plato de buen gusto. Ni mi coche ni yo estamos hechos para la competición, claro está. Un día de estos mi pequeña chicharra va a despegar en el intento, pero no soporto a la gente que anda pisándose los huevos cuando tiene carro para ir a buena velocidad sin interrumpir el tráfico. No puedo. No es que yo corra (más quisiera con la tartana...), lo que pasa es que circulo más bien lenta pero segura. Para colmo hoy se me ha roto el cassette (tampoco me hace gracia) y el sonido de mis pensamientos se ha hecho ensordecedor. Será que septiembre se acerca y es, como enero, el mes de los buenos propósitos.

Me he propuesto, por ejemplo, ser más cándida. Cándido -no el que respondió a Cacambo -según la pluma de Voltarire- que optimismo era la manía de sustentar que todo está bien cuando toda anda mal-, es un adjetivo que, además de ser sinónimo de sencillo y simple, se aplica a la capacidad de actuar sin dobleces. La parresía, ese término de la retórica clásica que llevo a modo de bandera (παρρησία en mi muñeca), era una forma de "hablar cándidamente". Aunque si se atiende a su significado literal en griego, parresía se divide en "par" (del "παν" todo) y "resía" ("ρησία", logos, discurso); podría decirse que es "decirlo todo". Hablar libremente, cándidamente, sin segundas intenciones ni deseos ocultos. No es sólo la libertad de expresión; es una especie de compromiso con la verdad incluso contra uno mismo. Contra mí misma. Si me estrello, que espero que no, será porque voy adelantando.

Después de pasar por la izquierda, como debe ser, a un todoterreno he decidido que, al fin y al cabo y como pueda, voy a volver a adelantar. Seguiré las normas y no iré a más de 120. Contra mí misma y mi coraje. Tengo que tener más fe en mi chicharra.

(Creo que se me va la pelota con buscar metáforas para todo lo que me pasa). Estoy cansada de conducir. Con me mate en un accidente (lagarto, lagarto) será cuando este post tenga gracia.

1 comentario:

  1. Deberías ver Death Proof del Tarantino de marras y pintarle una calavera en el capó a tu chicharrilla... aunque a decir verdad te veo más del otro lado, conduciendo el Dodge Challenger de 1970 estarías genial y nadie, nadie, osaría adelantarte... y por supuesto no te daría tiempo a escuchar el sonido de tus pensamientos. No te hace falta ser más "cándida" de lo que eres, está bien así.

    ResponderEliminar