martes, 25 de agosto de 2009

Parte de guerra

Estoy herida. Me he pillado un dedo con un cerrojo y casi pierdo un cacho de carne. No sé si con este accidente, en el que casi se me salen las tripas por el índice, me va a permitir seguir con mi plan para ser campeona de triatlón. Y para colmo, con la cara de sufrimiento, me he tenido que hacer una foto para el carné de la piscina.

Odio las fotos de carné. Si no salgo mirando a la virgen, que me podrían haber fichado para Camino, salgo muy despeinada o muy pálida. El fotógrafo siempre me coge de sorpresa, me saca las ojeras que no tengo y hasta con acné (mi señora siempre dice que soy más guapa de cerca y estoy empezando a pensar que hace uso de la ironía: últimamente está más distante).

Para colmo de males, insisto, estoy convaleciente. Me duele el dedo. Me he hecho sangre y soy muy aprensiva. De verdad que no sé si podré con la Sevici. Y como el dedo no cicatrice, a ver cómo me meto en la piscina. Ya tuve un sucedido una vez con el bono de baño libre de San Pablo: traía para 20 baños y sólo gasté uno. No era porque yo no quisiera ser una sirena como aquella española... Zhivanevskaya, que creo que era lepera, sino porque siempre me pasaba algo. Un mal resfriado, una contractura, ir al cine, salir con mis amigos, quedarme tumbada en el sofá...

Me da que la foto de hoy -y el consiguiente carné- no va a salir mucho de la cartera. No estoy preocupada por eso. Me asusta más que el dedo se me infecte o algo y más cuando el índice de la mano izquierda sirve para manejar medio teclado, como me estoy percatando ahora, o rascarme la cabeza cuando pienso. Es que es muy duro ser hipocondríaca. Yo soy como la del chiste: "Doctor, mi novio me traicionó hace una semana y aún no me han salido los cuernos. ¿Será falta de calcio?". Me parto con las ganas que tengo de deporte.

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