martes, 4 de agosto de 2009

Lo que me quita el sueño

No soñé. Más o menos siete horas dormida y ni un triste sueño. Yo siempre lo digo: prefiero una noche de pesadillas a dormir sin soñar, me parece mucho más interesante y una metáfora que aplicar a la vida. También es verdad que anoche no caí como otras veces redonda en la cama. Mi calle es una verbena. Y ya estoy hasta el mismísimo. Debería haberlo previsto cuando me percaté que mi dormitorio daba a la calle Feria...

Lo que más me molesta son los cinco camiones de Lipassam que se entretienen en la encrucijada que ven mis balcones. Están los que vacían los contenedores (un camión los pares y otro los impares), los limpian por dentro, por fuera, que si los del reciclaje de papel, de vidrio, de plásticos, los que riegan la calle... que otra cosa no, pero puedo asegurar que vivo en el barrio más limpio de Sevilla y que entero de más conversaciones durante la noche que a lo largo del día.

Lo de hoy ha sido ya el colmo. Cuando los de la limpieza pública han terminado de hacer su trabajo y ya se podía comer en el suelo de la calle, han llegado los albañiles que están poniendo bonitos los dos edificios de enfrente de mi casa, que también debe estar en el centro del Plan E del gobierno para incentivar la economía. Yo es que ya no puedo más. Me han tenido media mañana oyendo martillazos y la otra a ¡Camela! ¿Agosto no es mes de las vacaciones? Porque me estoy quedando sin amigos con los que salir que tiene mejor destino que el estío hispalense, pero para darme por culo tengo cola todas las noches. Me cago en la leche.

Así que mañana me voy a la playa. Un díita de vacaciones costeras, que no cansa. Sólo espero no acabar como el año pasado, cuando volví con un dedo roto.


Unas mochilas fueron las culpables. Ni el consuelo del desahogo tuve. Cuando me cagué en las putas mochilas vino la dueña a recriminarme por llamarlas putas. "Ni que la hubiera llamado puta a usted, señora", le respondí indignada. En el Virgen del Rocío que acabé.
Sólo espero descansar y pensar que al fin y al cabo la mala suerte no tiene que estar siempre pegada a mí. Los hay que están peor que yo en sus comienzos vacacionales. Por mi parte, a ver si convocan una huelga de limpieza y me dejan dormir en paz. En cuanto a Camela, a la próxima saco los bafles por la ventana y les pongo Turandot.

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