jueves, 20 de agosto de 2009

Noche de vino y chope

Ayer iba a escribir mi primer post borracha y el puto internet me dejó plantada. Con lo afilada que tenía la lengua y se perdieron las ocurrencias que me da el vinito y una larga noche de charla con dos de mis mujeres favoritas. Nosotras, las que entonces compartíamos patio de colegio y tardes de café, a pesar del paso del tiempo pasado, seguimos siendo las mismas. Creo que no hay nada mejor que una amistad que se conserva a pesar de los años... gracias, eso sí, a una serie de factores que han colaborado, junto al poder de conservación del alcohol.

A saber:

1. El respeto. Si tenemos que criticar a las parejas o amigos/as, de otras pandillas, eso sí, se hace. No se puede censurar ninguna clase de crítica. Si pensamos que hay algún gilipollas a quien despellejar, se despellaja y punto.

2. Sin temas tabú. La condición anterior da a entender que no se suprimirá ningún tema de nuestros cónclaves o aquelarres. Para cada tema hay una experta que sirve de guía a las demás (huelga decir de qué soy yo la maestra...).

3. Hombres (y como somos un grupito muy heterogéneo, también mujeres). No hemos compartido ni compartiremos jamás. Los gustos, variaditos, para no caer siquiera en malos pensamientos con el chorbo de la otra. Los ligues son temas recurrentes y los consejos de amor aportados, cuanto más descarnados, mejor. No hay mejor defensa que un buen ataque es nuestra premisa.

4. Exaltación de la amistad. El recuerdo de la infancia es inevitable. Profesores y compañeros son el tema preferido. Cuando nos requisaron una Barbie a la tierna edad de 18 años suele salir a relucir, sobre todo para echarme en cara que me libré de la regañina por mi buenísima fama y mi caída de pestañas.

5. Recuerdo a las ausentes. La que falta a la cita sabe que vamos a hablar de ella. Criticaremos a su pareja, a sus amigos que no son nuestros, pensamos buenas ideas que darle y recordamos su peor época, la adolescencia. Por eso nunca hay que faltar. Porque siempre damos derechos a réplica y si nos metemos las unas con las otras (que lo hacemos), siempre hay posibilidad de defensa.

A pesar de que criticaron mis habilidades culinarias (no valoraron lo suficiente el esfuerzo de abrir los paquetes de loncheados ni el tino que hay que tener para calentar en su punto la tortilla de microondas) tenemos pendiente otra para la semana que viene. Les he prometido mi especialidad: bocadillos de jamón york. Se ve que no nos hemos conquistado por el estómago pero tenemos la receta para seguir así muchísimas cenas, despedidas, decepciones, ilusiones y secretos más. Si pasamos la edad del pavo, podemos con todo.

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